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Linda Buck, CSJ

El don de la hermandad


Una reflexión para la fiesta de San Francisco by Sara Hennessey, FSPA


"Y después de eso el Señor me dio hermanos"


Oh, San Francisco, ¡me siento identificado! Con esta breve declaración

en el Testamento de Francisco de Asís describe el comienzo de la vida

comunitaria franciscana y el inicio de una nueva orden, algo que nunca pretendió. Pero cuando empezó a vivir el evangelio, otros se sintieron atraídos y quisieron vivir esta vida con él, no solo.


Cuando estaba discerniendo la vida religiosa, reduje mi lista a diez aspirantes serios y visité cinco de esas comunidades en persona. Con un rotulador mágico azul, llevé un diario de esas visitas anotando cuidadosamente el espíritu de las hermanas que me acogieron. Cuando visité a las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua escribí: "orantes, hogareñas y locas". Había encontrado mi hogar y esta es la comunidad a la que finalmente

me uní. Creo que estas cualidades son las que he llegado a conocer como alegría franciscana y deben ser las que atrajeron a aquellos primeros seguidores de Francisco.


La cita completa en el Testamento es


"Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostró lo que debía hacer, sino que el mismo Altísimo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio".



Me imagino que como líder esto debió ser bastante confuso para Francisco. No había otros líderes que le señalaran el camino porque "nadie me mostró lo que tenía que hacer", pero al seguir esa pequeña y tranquila voz se le dio la vida comunitaria. Y como conocemos la comunidad desde dentro, estoy seguro de que fue un lío.


Dios me ha dado hermanas. Estas hermanas me desafían a ser mi mejor yo, me guían hacia el amor cuando he perdido mi camino, y hieren mi corazón con la decepción mientras vivimos la real y desordenada vida diaria de la comunidad. Uno de los mayores regalos del CLDP fue el regalo de la hermandad fuera de mi propia congregación. Mi pequeño grupo de CLDP se mantiene activamente conectado con actualizaciones sobre nuestra vida a través de mensajes de texto y todavía trata de reunirse mensualmente, incluso dos años después de nuestro programa terminó. Compartimos nuestras historias de familia,

comunidad y ministerio en los distintos continentes en los que vivimos, formando un círculo de solidaridad y responsabilidad.


La hermandad, como ejemplifica Francisco, es un don de Dios y fluye naturalmente del seguimiento del Evangelio. Tal vez no siempre sea bienvenida, ya que desafía nuestra independencia. Tener hermanas en el camino también es un regalo. Como líderes,

las hermanas dan forma a nuestro camino y nos mantienen centrados en el Dios que es amor.

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